También es conocida como La Ciudad del Dios Mono, por décadas ha
sido objeto de Leyendas, estudios, expediciones y extracciones; ubicada entre
el casi inhóspito territorio de La
Mosquitia Hondureña entre los departamentos de Olancho, Gracias a Dios y Colón,
escondida por más de 500 años de la avaricia del ser humano de nuestra actual
época, es hoy por hoy un lugar más en riesgo que peligra seguir el destino de
un Copán que fue saqueado y cuyos
tesoros y nuestros también andan divagando por el mundo generando lucro a
personas e instituciones que nada tienen que ver con nuestra cultura, por eso
en este post quiero compartir no solo información interesante sobre este sitio
si no también dejar la semillita de la inquietud y curiosidad sembrada en la
conciencia de quien hoy me lee.
Expediciones
Las expediciones se registran
desde la década de los 20’s, pero quizá una de las más conocidas fue la
dirigida por el excéntrico explorador TheodoreMorde en el año de 1940 Theodore siempre aseguró haber encontrado La Ciudad Blanca, incluso salió de nuestro
país con muchos, muchísimos objetos de incalculable valor pero sin develar la
ubicación exacta de la mítica ciudad.
Más recientemente Steve Elkins es quien se atribuye el descubrimiento exacto de la Ciudad Blanca,
Elkins ha realizado expediciones por cerca de 20 años en la zona, pero fue
hasta en el año 2012 que dio aparentemente con el lugar exacto como hoy se cree,
partiendo de allí lo más reciente que conocemos es el documental realizado por la Revista National Geographic.
Los Descubrimientos
En la Ciudad Blanca se han encontrado vestigios de civilizaciones
que datan de entre 800 y 1,400 años de antigüedad, montículos de hasta doce
metros de altura donde se supone yacen restos de edificaciones de una antigua
cultura, figuras talladas en piedra, piedras de moler, fragmentos de cerámica,
vasijas ceremoniales, restos de metales que quizá formaron parte de
herramientas que utilizaron los habitantes que algún día poblaron esa zona hoy
casi virgen.
Antecedentes
- Se dice que fue Hernán Cortés el primero que informó sobre la existencia de La Ciudad Blanca, una ciudad llena de riquezas pero que jamás encontró.
- En el año 1927 el aviador Charles Lindbergh dijo haber visto “Un Ciudad Blanca” mientras volaba sobre la zona de La Mosquitia hondureña.
- Ese mismo año el etnógrafo de Luxemburgo Eduard Conzemius realizó un informe sobre Los Pech de nuestro país a la Sociedad de Americanistas y es allí donde se menciona por primera vez la existencia de unas ruinas con el nombre de “La Ciudad Blanca”, Conzemius dice en su informe que se encontraron una serie de ruinas gracias a una persona que se perdió mientras buscaba caucho entre las zonas del Río Plátano y el Río Paulaya y que su nombre se debía a las edificaciones y paredes elaboradas con algún tipo de piedra de color blanco.
La Leyenda
Una Ciudad de inmensa riqueza,
según las creencias de nuestras culturas Pech,
Tawahkas y Misquitos es un lugar
donde nadie puede entrar y si gente normal lo consigue no puede sacar nada de
allí y si lo hacen serán castigados, otras versiones la describen como el lugar
donde las antiguas deidades se retiraron a la llegada de los españoles, incluso
se le ha relacionado con la Leyenda de “El
Dorado” muy conocida en América del
Sur, pues en la época de la colonia existía una mina de oro ubicada entre
los ríos Sico Paulaya y un área
cercana conocida con “El Dorado”.
Amor a lo Nuestro
Es un orgullo y un verdadero
honor que personas expertas en estos temas quieran colaborar de forma
desinteresada en el descubrimiento y estudio de este lugar que es considerado
por muchas personas como El Eslabón
Perdido de las Culturas Americanas, pero también es cierto que es costumbre
en nuestro país el no involucrarnos en esta clase de temas porque quizá no
tienen nada que ver con nuestra economía, ó con la violencia que nos atañe a
diario, porque no nos acostumbraron a apreciar lo nuestro, lo que de verdad es
nuestro, porque no nos enseñaron a Amar
la tierra de verdad, porque no nos enseñaron a respetar y amar nuestra
cultura, nuestra propia gente, aún hoy en día la mayoría suele ver de menos al
campesinado a los descendientes de esas grandes culturas que en el pasado
defendieron la tierra que nos vio nacer más de lo que la defendemos hoy en día,
debemos ser verdaderas y verdaderos guardianes de los nuestro no podemos
permitir que vengan nuevamente a endulzarnos la vista con brillantes espejitos
en una mano mientras que con la otra se llevan lo que por destino y derecho no
solo nos pertenece si no que forma parte de nuestra historia y de nuestra
verdadera cultura.