Virgencita de Suyapa
tan chiquita y milagrosa
eres enviada de Dios,
fuiste hallada en un camino
en las horas de la noche
por un hombre labrador;
madre eres de nuestra patria
y nos das tu bendición,
en nombre de los obreros
y también de labradores
te dedico mi canción.
Desde los cerros de plata
se divisa un pueblito
como manto en un palmar
y por los rayos del sol
se ilumine tu iglesita
que parece de cristal;
si nosotros los hondureños
salimos de nuestra nación,
llevamos tu nombre grabado
muy dentro del corazón.
Por los cerros y montañas
se oye un canto de alabado,
un murmullo sin cesar
son tus hijos peregrinos
que de tierras muy lejanas
te vienen a adorar;
Virgencita de Suyapa
te pedimos de corazón
que ruegues por nuestros
hogares y también por la nación.
José Reyes Carranza
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